En su excelente entrevista con Gifford Pinchot, él afirma su convicción de que las empresas pueden desarrollar nuevos productos y servicios mejor ofreciendo incentivos a su personal interno. Mis 19 años de experiencia en la gestión de recursos me llevan a estar en desacuerdo. He visto a corporaciones alcanzar con más éxito sus objetivos de innovación y creatividad contratando equipos externos de profesionales.
La teoría de Pinchot funciona en los casos limitados en los que un empleado brillante produce un diseño nuevo y sorprendente que transforma toda una industria. Sin embargo, si una empresa sabe qué nueva dirección quiere seguir, o qué invento o producto específico necesita, no tiene que esperar a que caiga un rayo. Llamar a un equipo profesional puede ahorrar tanto tiempo como dinero.
Un grupo externo llega a una corporación con un ojo fresco y crítico. Muchas empresas contratan empresas de consultoría, como la nuestra, para rediseñar o volver a comercializar un producto que ha fallado. Los forasteros pueden detectar debilidades subyacentes porque entran sin nociones preconcebidas; no tienen ningún interés emocional en racionalizar un concepto fallido u ocultar sus defectos. Los intraemprendedores no están dispuestos a cambiar el rumbo al no estar de acuerdo con los hallazgos corporativos o al informar que no existe un mercado potencial para un producto.
Si hay una ventaja en el fomento de la innovación y el desarrollo de nuevos productos, debe acudir al empresario externo.